martes, 26 de julio de 2011

Capitulo XV [15]

LO SIENTOOOO!! estoy desaparecida lo se... disculpenme :( no tengo excusa... pero les queria preguntar si piensan que los capitulos son muy cortos o asi esta bien...? respondan por favorrr
y gracias por leer :D
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Tuve que continuar la canción… aunque no quería para nada. La conexión que hubo entre Edgar y yo no fue normal, algunas veces lo miraba y no podía evitar sonreírle… fue demasiado raro…

Al terminar de cantar el restaurante entero se partió de aplausos y yo sentía como mi cara estaba mas roja que nunca… por suerte todo rápidamente paso y todos volvieron a sus puestos de trabajo, guarde otra vez el cuaderno y me dirigí por un segundo a hablar con los cocineros, eran una pareja algo anciana muy humilde la cual había vivido parte de su vida en el campo.

Ellos me llamaban mucho la atención ya que algunos documentos que encontré a los 15 años en el sótano, los cuales eran los diarios de mi madre, ella narraba como vivió toda su vida en el campo hasta que por supuesto entro mi padre a escena. Tuvo una vida muy ardua antes de conocerlo, se paraba todas las madrugadas hacia algunos trabajos algo difíciles y tomaba camino a la escuela más cercana y barata, ese viaje le tomaba aunque sea 2 horas y muy pocas veces podía transitarlo todo en automóvil.

Bueno, volviendo a la historia de mis amigos cocineros… se conocieron cuando ambos tenían 13 años, eran amigos en el instituto pero a penas sus familias vieron los apellidos los separaron cruelmente, eso los llevó a verse a escondidas lo que, ellos se imaginan, avivó su amor. Pasaron años antes que por fin se formalizaran. Hasta que la familia de ella la estaba obligando a casarse, aún menor de edad con alguien despreciable por el cual ella no sentía ni lastima. Ambos en un ataque de romanticismo escaparon y el mismo día que ella cumplía los 18 se casaron… Años después volvieron a su antiguo pueblo, encontrando así a la familia con un deje de culpa ya que el anterior prometido de ella había, hace poco fallecido de una rara enfermedad de trasmisión sexual que no tenía cura llamada SIDA.

Me encantaba escuchar esa historia, nunca me cansaba… pero más me encantaba ver en los ojos de él, amor profundo cada vez que la contaba. Mi mas grande deseo es que alguien alguna vez me miré aunque sea con la mitad de amor con la que ese hombre ve a su mujer. Aunque de igual forma mis más grandes decepciones fueron por arriesgarlo todo por alguien y que esa persona ni siquiera un vaso de agua te ofrece. Uno es muy ciego cuando esta “enamorado”, pero la ley es que nadie es indispensable para nadie y eso lo sé mejor que nadie.

Sentí un gran coscorrón en la nuca haciendo así perder el hilo de mis pensamientos, como se había vuelto costumbre en las últimas horas Amy me miraba desaprobatoriamente, mientras señalaba nada disimilado a la mesa número 4. Diablos se me había olvidado

-Ups… disculpenme, estaba muy concentrada en la historia de mis amigos cocineros y se me olvido atenderlos _ dije con la disculpa tatuada en la frente, estaba verdaderamente avergonzada.
-No te preocupes, solo nos estamos muriendo de sed y te acabas de quedar sin propina pero ¿Qué importa cierto?_ dijeron esos ojazos grises mientras me lanzaba una mirada envenenada, haciendo notar el sarcasmo.
-Disculpeme en serio, no volverá a pasar_ dije esperanzada con que lo dejaran pasar.
-Claro que no volverá a pasar no volveremos a pisar este restaurante jamás_ este chico estaba empezando a colmar mi paciencia.

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