jueves, 21 de octubre de 2010

Capitulo VII [7]

Metí la mano en mi pequeña cartera en donde se encontraba mis propinas y saque una cantidad bastante generosa, la coloque en el sombrero con cuidado que no se saliera nada.

Yo ya me había ganado su atención, ya que un chica bien vestida, en la lujosa Londres… parándose a observar a una banda callejera, eso nunca se veía… y entonces empezaron a tocar una canción, una de las favoritas de mi papa, no pude resistirme y me acerque al que tenia un pequeño tambor, mi padre adoraba ese instrumento y pues me enseño un poco pero todo es acerca del ritmo. Le pedí muy cortésmente si me lo podía prestar, el lo dudo un momento pero luego con una sonrisa me lo paso, empecé a tocar aquella melodía que me sabia de memoria, ganándome así la mirada sorprendida de los que tenia alrededor. Pronto note que mas gente se acercaba no miraban mucho pero si daban algo de dinero, seguro sus mentes estaban diciendo cosas como “Mire a esa niña, se nota de buenos genes ¿Qué hará en eso? pobrecita”. Pero realmente me importo poco…

Estuve como unos 20m con ellos tocando. Luego me excuse diciendo que tenia una cita importante y les pregunte si iban a estas ahí al día siguiente, me respondieron afirmativamente y se medio emocionaron cuando dije que me verían mañana a la misma hora y en el mismo lugar, les guiñe un ojo y me di media vuelta para seguir mi camino.

Y entonces lo vi… venia en dirección contraria traía unos jeans desgastados, una chaqueta de cuero negra que debajo de esta se podía ver bien una camisa blanca algo ajustada haciendo que se le notaran notablemente los pectorales, tenia esa pinta de chico malo. Por un momento me recordó como salió Edgar ese día del local. Pero justo cuando pensaba eso pasamos rozándonos los hombros y ambos volteamos inmediatamente haciendo que nuestras miradas se encontraran.

Eran tan verdes y profundos, no podía apartar la mirada, nos quedamos unos segundos viéndonos pero había mucha gente pasándonos por al lado y en ocasiones empujándonos, empezamos a dar pequeños pasos hacia atrás alejándonos cada vez más del otro. Era tan raro, no podía quitar la mirada aunque sabia que estaba tan roja como un tomate.

Quería detenerme y decirle algo al portador de esos enormes ojazos verdes, pero cuando me decidí acercarme, el aparto la vista cruzo la calle y no lo volví a ver. Estaba idiotizada y sabía que estaría pensando en él mucho tiempo.

2 comentarios:

  1. Me encanta tu historia. Tienes mucha imaginación eso es seguro.
    Me encantan las historias de Blogs pues son creativas y, aveces mejores que un libro.
    Bueno Alejandra besos y sigue así.
    Tienes una seguidora españolaaa . Te la has ganado.
    Me encanta simplemente .
    Besoos .Adriana

    ResponderEliminar